viernes, 7 de diciembre de 2012

La Violeta, un cuento con final feliz



Es la 13, la hora del cuento en La Violeta. Ya están todos y todas preparadas y ya saben qué adulto lo va a contar porque lo llevan preguntando toda la mañana. Nuria, Celia, Gema, Tino y Álvaro se turnan para contar cada día un cuento (en la hora del cuento, porque el resto de la mañana lo cuentan cada vez que alguien se lo pide). A veces es un cuento tradicional, otras es una narración de una historia cualquiera.
 Algunas veces utilizan muñecos, cuerdas, pañuelos y otros objetos como apoyo visual y, otras es un cuento donde las protagonistas son las palabras y así cada cual se imaginará sus propios personajes. Veo que a los niños y niñas les gusta mucho cuando se utilizan muñecos (y, sobretodo, cuando prestan uno suyo para ser usado en el cuento) y esto ayuda mucho a los más peques ya que les ayuda a entender mejor y mantener la atención, pero reconozco que soy fan de las historias sin imágenes y, por supuesto, de los libros sin ilustraciones. Es bueno también ofrecer imágenes (y cuando son muy peques, las imágenes  y las fotos son lo mejor para "leer" un libro) y es difícil no hacerlo hoy en día con las ilustraciones tan maravillosas que nos ofrecen muchas editoriales, pero hay que intentar que también haya de lo otro cuando ya están preparados/as para seguir una historia solo con escucharla. Todas las imágenes que le demos a un niño/a, le estamos evitando inventarlas y, en esta etapa entre los 3 y 6 años tienen tal derroche de imaginación y creatividad, que es un regalo contarles historias en las que los personajes y paisajes de cada oyente sean distintos (después de esta edad siguen teniéndola pero, en parte depende de lo que hayan recibido anteriormente).
    Cuando yo era pequeña, Disney se encargó de poner imágenes a muchos personajes de los cuentos y es probable que Blanca Nieves fuera la misma para muchos de nosotros/as (misma cara, misma ropa y misma forma de moverse) pero ¿Qué me decís del Ratoncito Pérez o de aquellos personajes que nunca vimos en un dibujo? Cada cual dibujó el suyo. Siempre pregunto a mis alumnos y alumnas qué sienten cuando leen un libro y luego ven la película; la gran mayoría dice que le decepcionó un poco… Cuando leemos algo, influye mucho el lenguaje y las descripciones que el autor o autora realiza de los personajes y ambientes, y esto es algo a tener muy en cuenta al hablar de los cuentos. La mayoría de los cuentos tradicionales originales (no las adaptaciones) tienen descripciones muy ricas de cómo son y cómo actúan los personajes y eso ayuda a crear escenarios en nuestra imaginación llenos de detalles y color.  
     Ya conocemos razones suficientes para entender que contar cuentos es algo bueno, pero esto es solo el principio. El final sería observar (y preguntar) cómo se siente  cualquier persona de cualquier edad cuando escucha un cuento de hadas, una historia mitológica, una fábula, cuando le leen un libro, etc… No conozco a nadie que no le guste. Entre medias de estas razones podemos hablar de cuántas cosas aportan los cuentos a los niños y niñas ya que son un alimento para su imaginación, sus emociones, sus hábitos y su comprensión del mundo y de la vida, su iniciación a la lectoescritura, etc.... Está muy cerca del aporte que les supone el juego y por eso, el juego y el cuento son dos de las cosas fundamentales que debemos ofrecerles a diario (en la escuela y en casa) a todos los niños y niñas de cualquier edad (siempre que nos sea posible, claro). 
    La temática del cuento, al igual que sus elecciones en el juego, va cambiando y va siendo cada vez más compleja (en descripciones, temáticas o longitud de la historia). Es muy importante respetar los gustos y peticiones de los oyentes. Según van creciendo, van cambiando sus intereses y según qué les contemos y la intención e ilusión que pongamos, elegirán una temática u otra.
     Mi buen amigo Jaime Buhigas me introdujo en el mundo de la mitología al contagiarme su pasión por ella mientras me contaba historias durante largas caminatas en el Camino de Santiago. Desde entonces, me apasiona la mitología y siempre que puedo, cuento las historias a mis alumnos y alumnas de 5º y 6º de Primaria. Les encanta, les engancha, les despierta dudas y siempre que acabo, aunque sea la hora de irse a casa, me piden que siga (los mitos enganchan historias de diferentes personajes y se podría seguir y seguir sin parar). Es impresionante el silencio que hay en la clase (y en la Violeta con niños/as mucho más pequeños/as) y, por las caras que les veo poner, parecen estar escuchando con cada poro de su piel.
      Imaginad qué pasa cuando a los alumnos y alumnas les introducimos los contenidos de las asignaturas en forma de cuento o aprovechamos libros que ya existen para hablar de matemáticas o de lengua. No solo lo entienden mucho mejor sino que les interesa y les engancha. Aunque ya sabéis que soy partidaria de huir de las clases organizadas por edades y por asignaturas, soy consciente de que la gran mayoría estamos en una situación de escuela  tradicional y hay que ir buscando herramientas para que nuestros alumnos y alumnas no odien los contenidos y mantengan esa motivación natural siempre viva. Al final de este post os diré algunos de los libros que me han ayudado a contar historias a los/as más mayores.
     Espero que ya estéis absolutamente convencidos y convencidas (si es que aún no lo estabais) de lo bueno que es contar historias y, en especial, de lo necesarias que son en el desarrollo de los/as más pequeños/as. Una vez que se está en este punto, surgen las dudas acerca de qué cuentos narrar ya que hay algunos tradicionales, algo violentos y sangrientos, que dan miedo y muchas madres y padres prefieren no contar, o es el propio niño o niña que no lo quiere escuchar. Parece ser que esas historias tan “crueles” o las que contienen algún momento de “susto” no afectan a los oyentes infantiles como nos afectan a los adultos. A ellos les llega como otro tipo de información. Yo no soy una experta en este campo (aunque he leído varios libros sobre el tema y ahora estoy con el “Psicoanálisis de los cuentos de hadas” de Bruno Bettelheim) así que no voy a dar más explicaciones y pediré a mi amigo y gran cuenta cuentos Juan Grocin (“Juan Malabar”) más información o incluso, si puede, que escriba algo para publicar en “yoviendoescuelas”. Así como os pido a vosotros/as que nos contéis lo que sepáis, o vuestra experiencia como contadores y contadoras de historias.  De momento, os dejo un par de artículos de Gustavo Martín Garzo, un escritor que me encanta y que conoce mucho sobre los cuentos: El secreto de los cuentos y El pájaro de oro.
     Mi experiencia como observadora en La Violeta ha sido muy enriquecedora porque he podido ver cómo los niños y niñas de estas edades escuchan y reaccionan al oír cuentos. Cuando se les cuenta una historia con poco argumento, sin personajes importantes y sin sustos, lo disfrutan como si se les estuviera aplicando un bálsamo; cuando las historias encierran una trama y algún momento inquietante, están activos/as, recibiendo información, poniéndose en el lugar de los personajes y ocurre algo muy especial: es como si cada uno y cada una se quedara con la parte que más necesita escuchar (por su situación personal del momento o por su estado anímico ya que les ayuda a entender sus propios procesos personales) y he visto que, el cuento bien contado conecta de verdad con los procesos emocionales de cada oyente. 
     Un día vi a un cuentacuentos muy bueno contar a un grupo de niños y niñas y ocurrió algo muy interesante; él estaba contando un cuento con piezas de madera y cuando apareció el ogro (pieza de madera muy simple que no asustaba nada) que se quería comer a los chivos, un niño de unos 5 años rompió a llorar desesperadamente y tuvo que abandonar la sala porque no quería seguir ahí y porque no paraba de llorar. Los demás seguían disfrutando y se partían de risa cuando, después de pasar, con unos pocos nervios, el momento de "susto", vieron como el chivo grande corneó al ogro varias veces y acabó cruzando el puente y reuniéndose con sus compañeros. Bien, pues ese niño se asustó porque conectó con su miedo interno, con algo muy dentro de él, y el cuento le dio la oportunidad de sacarlo sin necesidad de hablarlo ni entenderlo. Cuando el cuentacuentos terminó de contar sus magníficos cuentos, fue a buscar al niño, le enseñó de cerca el ogro y le terminó de contar el cuento a él para que viera como los chivos acaban ganando al engañar al ogro. Así pudo cerrar su proceso emocional, confirmando que todo acaba saliendo bien. El cuento no daba miedo pero el niño sí sintió miedo, su propio miedo, al igual que sintió calma cuando todo acabó bien. "No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos nosotros" dice el Talmud.

    Existe mucho debate acerca de qué cuentos contar pero no hay ningún debate acerca del aporte tan rico que supone para la infancia contar cuentos e historias. Por eso yo, desde aquí os animo a que no dejéis de hacerlo nunca y que elijáis lo que os haga sentir que es bueno para los niños y niñas que tengáis cerca. Y que os sintáis libres de inventaros cuentos sobre la marcha o se los leáis vosotros/as o los leáis juntos (a veces con dibujos y otras sin ellos). Cualquier momento es bueno y les gusta mucho antes de dormir.

    En mi último día de visita en La Violeta tuve la suerte de contar "El Cuento" y tener a 24 oyentes de entre 2 y 5 años escuchando atentamente mientras yo desplegaba mis habilidades de papiroflexia, utilizando un folio que se transformaba en distintos personajes. Fue un regalo, fue un disfrute. Contar cuentos me gusta, es otra forma de dar amor.

    Desde aquí quiero agradecer al grupo que compone La Violeta por haberme permitido disfrutar de esta experiencia y ver, más de cerca, cómo son los más pequeños/as.

                               Gracias, violeteros y violeteras.




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Algo de bibliografía:
    Cualquier libro que cuente una historia es apropiado para ser leído en el aula pero aquí os dejo algunos relacionados con las asignaturas de Lengua o Mates que yo he utilizado en tercer ciclo de Primaria (leídos directamente o preparándome antes la historia y adaptándolo a su lenguaje).

  • Malba Tahan. El hombre que calculaba. Veron editores.
  • Carlo Frabetti. Alicia en el país de los números.
  • Hans Magnus Enzensberger. El diablo de los números. Ed. Siruela.
  • Carlos García Retuerta. Roger Ax, la divertida historia de la humanidad. Ed. Alfaguara.
  • Jesús Marchamalo. La tienda de palabras. Ed. Siruela.
  • José Calles. Mitos y leyendas populares. Libsa.
  • Gianni Rodari. Gramática de la fantasía. Plaza edición Barcelona.
  • Pierre Grimal. Diccionario de mitología griega y romana. Paidós.
Para los más peques hay bibliografía de sobra, empezando por cuentos clásicos y siguiendo por todos los libros nuevos que se van publicando (con y sin ilustraciones). Si necesitáis orientación, decidlo y yo os hago una lista.  





6 comentarios:

Laura dijo...

Cada noche, durante 12 años he leído un cuento a mi hija (últimamente ya son novelas largas pero a ella le gusta ese rato en que yo le leo). En torno a los 3 años me pedía todas las noches que le leyera La Sirenita. Un día me dijo: "Hoy te lo leo yo a ti" Y cogió el libro y lo fue "leyendo" sin saltarse una coma y pasando las páginas cuando debía (por supuesto lo estaba diciendo de memoria). Así fue "jugando" varios días a leerme el cuento hasta que un día empezó a fijarse en las propias letras y a reconocerlas. Es decir, aprendió a leer así, directamente, reconociendo como se escribían las palabras que ella sabía que estaban ahí escritas. Sin pasar por el proceso de primero las mayúsculas y luego las minúsculas. Siempre me llamó mucho la atención esa manera tan natural de aprender a leer. Y además fue rapidísimo.
Leer un cuento cada día (a veces dos pues tengo dos hijas y no siempre coinciden los gustos o las apetencias) ha sido un verdadero disfrute aunque a veces estés cansado, tengas mucho que hacer o simplemente te apetezca tirarte en el sofá.
Ahora se han acabado los cuentos (al menos de momento o supongo que es definitivo, con casi 13 años). Por una parte es un descanso pero casi siempre lo hecho de menos. Ese momento tan especial, solo nuestro.

Unknown dijo...

Laura, qué bonito lo que cuentas. Es cierto que muchos niños y niñas aprenden a leer de esta manera.
Muchas gracias por compartirlo.

María de Ahumada dijo...

Para nosotros ha sido también, durante años, un momento muy especial. Cada día, también un cuento o un capítulo de los cinco (¡qué recuerdos nos traía a su padre y a mí! Y de pequeños, el cuenta cuentos, es decir, su madre disfrazada aparecía por las noches a contar un cuento en el que los protagonistas eran ellos mismos. ¡Cómo disfrutábamos y qué momentos tan nuestros!.

Esto nos llevó a los teatritos en el salón donde los niños se inventaban una historia que contaban con sus marionetas. Para nosotros (su padre y yo) son un gran recuerdo y estoy segura que para ellos también porque, durante mucho tiempo, han seguido hablando del cuenta cuentos que les traía flores mágicas.

Creo que, una de las cosas más bonitas, es ver la cara de los niños mientras escuchan una buena historia o cuento.

Hace tiempo, tuve el placer de asistir a una sesión de cuentacuentos de Rodorín, en el colegio La Navata, y siempre recordaré la cara de los niños disfrutando de las historias y sus risas. ¡Qué momentazos!

María de Ahumada dijo...

He empezado a leerme el libro de "La tienda de las palabras" y lo recomiendo para todos aquellos que quieran jugar con las palabras. A parte de ser entretenido, da muchas pistas sobre cómo trabajar las palabras de forma amena.
Gracias Carla por la aportación

Unknown dijo...

Gracias a ti por contarlo! Ese libro es fantástico!!

Unknown dijo...

Gracias a ti por contarlo! Ese libro es fantástico!!