miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Mal comportamiento o mala gestión de las emociones?

     Preparando el material para dar un curso sobre cómo mejorar la convivencia en el aula y en la escuela, recordé cuánto me había ayudado a entender a ciertos niñ@s la película de "Kirikú y la Bruja", así que decidí utilizar en el curso el fragmento de la peli que más me sorprendió. Cuando la vi por primera vez, yo ya estaba realizando un profundo cambio en mi mirada hacia la infancia, pues había ido desarrollando la escucha, la empatía y la comprensión hacia l@s niñ@s, gracias a mi trabajo personal y al sistema de trabajo del colegio, sobretodo gracias a las Asambleas que hasta 6º de Primaria realizábamos al menos 2 veces a la semana. Las Asambleas no son un lugar dónde se cuenta lo que se ha hecho el fin de semana únicamente (esto se hace cuando hay tiempo que rellenar), es un momento en el que se toman decisiones importantes después de debatir temas que son del interés de l@s alumn@s ya que influyen directamente en el funcionamiento del aula y del colegio. Se habla de las normas de convivencia, se hacen propuestas, se plantean conflictos a los que se busca solución y consecuencias, etc. Para mí, como docente, ha sido el momento más importante, imprescindible y emocionante que he vivido en la escuela. 
    Además es un lugar dónde vas conociendo mejor a tus alumn@s y su evolución, ya que las emociones están siempre expuestas, y conocerles nos ayuda a entenderles y a quererles, lo que nos da posibilidades para ayudarles mejor. Pero también, es el lugar donde el adulto pasa a un segundo plano (en el caso de 5º y 6º) y participa como uno más, no como el que manda y dirige la sesión, y así se desarrolla todo entre iguales: los temas a tratar, las propuestas y las consecuencias son decididas por el grupo y aprenden a aceptarlas tod@s porque surge del diálogo y del debate entre iguales, no de la autoridad (injusta, la mayoría de las veces) de la profe que dice lo que hay que hacer.
    En las Asambleas he disfrutado de muchos momentos especiales, como al escuchar consejos dados a compañer@s para que se sintieran mejor o para resolver un conflicto, quejas por injusticias detectadas en el cole, o peticiones para que yo cambiara algo relacionado con las clases. Pero entre las situaciones que más me han emocionado están aquellas en las que l@s niñ@s se han mostrado, nos han descubierto a tod@s su interior, quiénes son, sus secretos, lo que les gusta, lo que no, lo que les hace sufrir o lo que les pone tristes, y han podido pedir perdón públicamente por haber hecho daño a un compañer@, por haber tenido comportamientos violentos y agresivos, o por haber tenido un mal día y haberla tomado con todo el mundo. 
      Yo no había visto esto jamás y no me imagino a un grupo de adultos tratándose así ¡ojalá! pero si algo he aprendido, es que nadie quiere ser malo, nadie quiere hacer daño a la gente, y mucho menos a la que tiene cerca (aunque sea a ésta a la que más dañamos porque en el fondo, es la que más nos "mueve el piso"); ninguna persona quiere ser rechazada por ser violenta y sé que nadie quiere sufrir ni pasarlo mal en su día a día. Supongo que l@s adult@s ya debemos ser responsables  como para cambiar aquello que no nos gusta de nosotr@s mism@s, no vale que digamos "yo soy así", no, debemos hacernos cargo de las consecuencias que tienen nuestros actos, pero l@s niñ@s están en el camino de conocerse, de aprender valores (algun@s solo conocen los de su casa, tal vez no son los ideales y no han conocido otros modelos para poder elegir) y aún no son responsables totales de sus comportamientos. Yo creo que no debemos hacerles pagar las consecuencias con sermones, amenazas y castigos, sino ayudarles, explicarles, guiarles, mostrarles las opciones, pero hacerlo desde el respeto y la compasión, y dejar que así vayan construyéndose.
      En "Kirikú y la bruja" hay una escena que me dio muchas respuestas y que me ayudó a mirar la violencia en l@s niñ@s con otros ojos. Aquí os la dejo, dura 5 minutos: "Conversación con el sabio"
       Cuando vi con mis alumn@s la película, una niña me dijo al terminar:
         "Carla, ya sé por qué Nino se porta así con los demás y nos hace daño. Yo creo que sufre mucho, no sé por qué pero seguro que sufre, a lo mejor le han hecho daño. Hay que ayudarle y tratarle con mucho amor".
  ¿Os imagináis lo que me costó contener los lagrimones mientras me lo decía? ¿Os imagináis un coloquio después en el que cada niñ@ hablaba de su "espina" que le hacía sufrir y tod@s escuchaban con respeto? 
    Mostrar esta película a niñ@s de cualquier edad es un regalo, además de bonita y tierna dice cosas muy sabias en un lenguaje fácil de entender.
    
    Parece que los que peor se portan, los que más daño nos hacen y los que más nos "cuestan" como docentes, en verdad son los que más nos necesitan. Sé que a veces es difícil, pero nos toca hacérselo más fácil, nos toca tratarles con más amor. 

      Desde aquí, doy las gracias a los "Ninos" que han pasado por mi vida, porque me han hecho aprender, me han hecho sonreír y porque su sufrimiento me ha ayudado a mí a entender mejor a tod@s...




3 comentarios:

lucia calafate dijo...

Qué precioso Carla...

Jorge dijo...

Es evidente y significativo que las relaciones que construimos las personas carecen a menudo de una correspondencia de igual a igual. Siempre hay algo que puede desequilibrar esta relación justa, necesaria para el diálogo. Aveces es la edad, otras el parentesco o estatus, nuestro nivel adquisitivo, nuestra influencia, el género, la etnia o nuestro color de piel. Para que este diálogo de sus frutos es necesario el respeto, la actitud de escucha y la empatía. También la sinceridad, el comunicarnos con el compromiso de ser claros y consecuentes tanto en nuestros actos como en nuestros sentimientos.
En relación a la toma de decisiones grupales quizás diferenciaría dos estados. Cuando ese grupo de personas se unen a voluntad propia (ya sean escuelas, asociaciones, sindicatos, intereses comunes), la asamblea, la discusión grupal se sugiere o consigue con mayor facilidad que cuando no es así.
Convivo en una especie de comunidad, con 14 personas de diferentes nacionalidades y backgrounds. Encuentro gente que reacciona bien ante la comunicación personal pero es reacia a la comunicación asamblearia, completamente. A veces es por miedo a expresar las propias opiniones, otras por problemas de índole psicológico, muchas veces agravado por el consumo de drogas. Gente que está de paso y que encuentra el lugar en el que vive actualmente como algo estacionario que no merece la pena cuidar. Diferentes vidas, diferentes horarios, diferentes formas de pensar. Todo ello agravado con que las dos personas que tienen la autoridad y los que “llevan” esta comunidad, son los que más trabas a este diálogo interponen, máxime cuando hay por medio cuestiones económicas. He probado a cocinar un día un domingo por la noche para juntar a todo el mundo en la casa y así poder compartir nuestras ideas, comentarios, problemas, conflictos, sugerencias... de una forma espontánea, pero también comentando que así podemos hablar todos juntos... y ni con esas... Otras veces nos planteamos otro tipo de estrategia basado menos en el diálogo y más en predicar con el ejemplo: fregar siempre y dejar recogida la cocina detrás de que alguien no ha “cuidado” este asunto, una, dos, cinco veces... Pues hay gente que se aprovecha de esta situación y jamás lo incorpora a su forma de actuar...
Es básico que se entrene y estimule un tipo de relación asamblearia y basada en el diálogo en nuestros primeros años, en nuestra infancia y adolescencia para que esta actitud constructiva se manifiesta de una forma espontánea, sana y natural... luego, cuando somos adultos, esto, sin duda es más complicado de implantar.

Un abrazo Carla,


PD: By the way no puedo ver el cuento porque no tengo audio en el portatil... queda pendiente:)

xxx
Ricote

deveras dijo...

Que bonito Carla, muchas gracias. Me toca por dentro.
Noe